¿Cuál fue tu inspiración a la hora de crear tu relato Locura?
Fue una redacción que hicimos el año pasado con nuestra profesora Laura, en la que había que describir a un monstruo. Yo creé el mío y, a partir de esta redacción, le realicé un par de retoques y la envié.
¿Qué sentiste al conocer que tu historia estaba entre los treinta mejores relatos del concurso?
Mucha alegría porque lo envié en un impulso. No tenía nada que perder. Tampoco esperaba quedar entre los treinta mejores. Me gustaba cómo había quedado y lo mandé.
¿Por qué decidiste presentar tu historia al concurso juvenil de relatos de la revista Zenda?
Fue mi padre quien lo leyó y me dijo: «Por qué no mandas esa redacción que te gusta del año pasado y que te quedó bien». Y yo le dije: «¡Vale!».
¿Cómo se te ocurrió la idea de que la locura fuera la protagonista de tu relato?
Supongo que pensé en qué cosas pueden dar miedo. Empecé a pensar y, al fin y al cabo, algo que puede dar miedo es vivir en una sensación de agobio o de pánico que no acabe. Que nadie más la ve, que no se entienda o que no se crea.
¿Tienes en mente alguna nueva historia?
Sí que tengo en mente alguna historia. De hecho, tenía pensado hacer una basada en la redacción, pero mezclada con un desarrollo de personaje que hice para juntarlos a los dos y escribir un nuevo relato, pero no sabía cómo empezar. Al final no lo llevé a cabo, mandé la redacción e igual en algún momento sí que retomo la idea.
¿Tus sueños están vinculados con la escritura?
Antes la escritura tampoco era algo a lo que me quisiera dedicar como tal. Me gusta más la Física u otras cosas, pero es verdad que mi tiempo libre lo dedico mucho a pintar o a leer. Cuando era más pequeña y me aburría, dedicaba tiempo a imaginar historias y a crear personajes. Ahora lo pongo sobre el papel, aunque es más complicado que imaginarlo.