Llegan los meses de mayo y junio a los colegios. La vida desaforada, intensa, rápida y frenética se da paso entre las aulas; la necesidad imperiosa de cerrar el año de la mejor forma posible, preparar a los alumnos para enfrentarse a sus pruebas finales, gestionar emociones, ansiedades, miedos, exámenes, notas … Todo se vuelve convulso, irritante, emocionante, apasionante y agotador.
En medio de tanta vorágine se abre paso el acto que culmina, que cierra, el año académico: la graduación de nuestros alumnos de último curso. Mientras tratamos de mantener el equilibrio entre tanto examen, ansiedad y euforia, es el momento de organizar y preparar la graduación: rito de paso en nuestra sociedad de la adolescencia a la vida adulta.
La transición a la vida adulta es un sendero sinuoso y lleno de obstáculos que los adolescentes deben recorrer, una travesía que, aunque universal, es profundamente personal y única para cada individuo. Este viaje, lleno de cambios y desafíos, marca el fin de una etapa de la vida y el comienzo de otra, mucho más compleja y demandante.
A medida que los adolescentes se acercan a la vida adulta, se enfrentan a un aumento considerable de responsabilidades. La necesidad de gestionar finanzas, mantener un empleo y cuidar de uno mismo, y posiblemente de una familia en el futuro, puede resultar abrumadora. Este nuevo conjunto de responsabilidades requiere habilidades y conocimientos que muchos adolescentes aún están desarrollando, lo que puede conducir a una sensación de estar mal preparados para las demandas de la vida adulta. En este contexto, la salud mental es un área que no puede ser ignorada, máxime tras haber atravesado la tormenta de una pandemia mundial que nos ha enfrentado a una nueva realidad para interpretar el mundo. La transición a la vida adulta puede exacerbar problemas como la depresión y la ansiedad, especialmente si no se cuenta con los recursos y el apoyo necesarios para manejarlos adecuadamente; más que nunca, si cabe, desde el colegio tenemos la obligación de dotar a nuestros alumnos de herramientas y recursos que les ayuden a enfrentarse a las desavenencias de esta sociedad. La importancia de una buena salud mental en este proceso es fundamental para una transición exitosa.
¿Alguien cuestiona la dificultad de “hacernos mayores”? No debemos obviar que es un proceso complejo y multifacético que presenta numerosos desafíos para los adolescentes. Desde la formación de la identidad y el aumento de responsabilidades, hasta las expectativas sociales y la salud mental, cada aspecto de esta transición requiere un ajuste y adaptación significativos.
Y llega el día, llega el día de la graduación del colegio. Un rito de paso, una ceremonia que tiene lugar para celebrar que nuestros alumnos abandonan un grupo (el colegio) para entrar en otro. Es un ritual cultural que simboliza que has entrado en un nuevo ámbito del paisaje social y que tu identidad anterior ha cambiado para reflejar tus nuevas habilidades y conocimientos. Esto es esencialmente una graduación del colegio. Finalizamos una etapa estudiantil en la que nuestros alumnos han estado protegidos, acompañados, guiados (y en algún caso educados entre algodones) para saltar a la realidad universitaria y/o profesional. Comienzan nuestros alumnos un camino árido, solitario y desconocido.
Me gusta interpretar esta etapa final del colegio como un rito de incorporación; una vez recorrido el camino del colegio, el alumno debe participar en la ceremonia, vínculo sagrado, para cerrar una etapa, un capítulo y comenzar una nueva senda. Palabras de tus profesores, palabras de aliento de familiares, revivimos momentos felices de la infancia … Esta ceremonia implica que has sido aceptado en una gran familia, con la que no solo compartes conocimientos, sino también valores. El día de la graduación es una vivencia verdaderamente singular y emotiva. En un nivel muy personal, simboliza el reconocimiento y la recompensa por todo tu esfuerzo y dedicación. Simultáneamente, es un evento con gran significado cultural y social, que te confirma tu aceptación dentro de una comunidad.
Los ritos de paso, en alguna de sus formas, son universales en la experiencia de la adolescencia. Algunos elementos son comunes a todos los ritos de paso. Otros elementos se dan con mayor frecuencia en el contexto de una ceremonia formalizada. Los detalles de la ceremonia se basan en la tradición, pero pueden modificarse para que se adapten a la cultura actual. Su comprensión puede ser beneficiosa a la hora de tratar con adolescentes; es su día, su día especial; y en fecha tan señalada necesitan, más que nunca, el reconocimiento, el apoyo, la mano tendida de sus maestros.
Por ello, para nuestros alumnos, organicemos las graduaciones con mimo, con detalle, con cariño y, ¡celebremos y brindemos por sus logros presentes y futuros!
Arantza
Directora del Colegio Alemán de Zaragoza.